La mezquita-Catedral

martes, 23 de febrero de 2010

La antigua Mezquita de Córdoba, y más antiguamente basílica cristiana visigótica, convertida en el siglo XIII en la actual Catedral de Santa María de Córdoba, constituye el monumento más importante de Córdoba, y también de toda la arquitectura andalusí, junto con la Alhambra.

Construida a partir del siglo VIII sobre la basílica de San Vicente visigoda, fue objeto de ampliaciones durante el Califato de Córdoba, y tras la conquista cristiana en 1236 fue convertida en catedral, para lo que se realizaron modificaciones, las más sustanciales y polémicas en 1523, cuando la parte central de la antigua sala de oración se transformó con los criterios propios de la arquitectura del Renacimiento.

Con 23.400 metros cuadrados, fue la segunda mezquita más grande del mundo en superficie, por detrás de la Mezquita de la Meca, siendo sólo alcanzada posteriormente por la Mezquita Azul (Estambul, 1588) y la Mezquita Hassan II (Casablanca, 1993, de 2,3 hectáreas -23.000 metros cuadrados-).

Es uno de los espacios turísticos más visitados y se le ha considerado el primero de los 12 Tesoros de España.

El lugar que hoy ocupa nuestra Mezquita-Catedral parece haber estado, desde antiguo, dedicado al culto de diferentes divinidades. Bajo dominación visigoda se construyó en este mismo solar la basílica de San Vicente, sobre la que se edificó, tras el pago de parte del solar, la primitiva mezquita. Esta basílica, de planta rectangular fue compartida por los cristianos y musulmanes durante un tiempo. Cuando la población musulmana fue creciendo, la basílica fue adquirida totalmente por Abderraman I y destruida para la definitiva construcción de la primera Mezquita Alhama o principal de la ciudad. En la actualidad algunos elementos constructivos del edificio visigodo se encuentran integrados en el primer tramo de Abderraman I.

La gran Mezquita consta de dos zonas diferenciadas, el patio o sahn porticado, donde se levanta el alminar (bajo la torre renacentista), única intervención de Abd al- Rahman III, y la sala de oración o haram. El espacio interior se dispone sobre un concierto de columnas y arcadas bicolores de gran efecto cromático. Cinco son las zonas en las que se divide el recinto, correspondiendo cada una de ellas a las distintas ampliaciones llevadas a cabo.

La antigua Mezquita de Córdoba, y más antiguamente basílica cristiana visigótica, convertida en el siglo XIII en la actual Catedral de Santa María de Córdoba, constituye el monumento más importante de Córdoba, y también de toda la arquitectura andalusí, junto con la Alhambra.
Construida a partir del siglo VIII sobre la basílica de San Vicente visigoda, fue objeto de ampliaciones durante el Califato de Córdoba, y tras la conquista cristiana en 1236 fue convertida en catedral, para lo que se realizaron modificaciones, las más sustanciales y polémicas en 1523, cuando la parte central de la antigua sala de oración se transformó con los criterios propios de la arquitectura del Renacimiento.

Con 23.400 metros cuadrados, fue la segunda mezquita más grande del mundo en superficie, por detrás de la Mezquita de la Meca, siendo sólo alcanzada posteriormente por la Mezquita Azul (Estambul, 1588) y la Mezquita Hassan II (Casablanca, 1993, de 2,3 hectáreas -23.000 metros cuadrados-).

Es uno de los espacios turísticos más visitados y se le ha considerado el primero de los 12 Tesoros de España.

La Mezquita de Córdoba representa el símbolo cultural y religioso más importante de la ciudad. Es además el monumento más significativo de Al-Andalus, pues la gran Aljama de Córdoba tiene su origen en el siglo VIII (786) cuando está consolidado ya el emirato independiente, pero alcanza su mayor esplendor en el siglo X con el Califato de Córdoba, manteniendose ya su cuerpo arquitectónico (básico) hasta nuestros días.

El edificio islámico se levantó sobre un solar estratégico al lado del Guadalquivir, que había sido desde tiempos ancestrales el acceso a Córdoba. Sobre este solar se asentaban viejas arqueologías romanas y visigodas. La propia Mezquita de Córdoba se erige sobre la basílica de San Vicente (situados bajo la sala de oración de Abderramán I, excavados por D. Félix Hernández en los años 30), cuyos restos aún pueden observarse en uno de los ámbitos museísticos de la Mezquita (en el ángulo sur-occidental).

Patios Cordobeses

martes, 9 de febrero de 2010

Cruces de Mayo


Las cruces de mayo dan nombre a una fiesta popular que se celebra en los primeros días de mayo en Córdoba, y que consisten en la instalación en las plazas y calles más populares de Córdoba, de cruces de aproximadamente 3 metros de alto adornadas con flores; rodeadas de plantas y macetas con un decorado tradicional que refleja los caracteres de la zona, todo en torno a la cruz como eje central.

En la actualidad, se les acompaña de una barra para suministar bebida y comida típica de la tierra, con especial hincapié en el fino, cerveza, refrescos, así como salmorejo, flamenquín y tortilla de patatas. Suele instalarse un equipo de música que reproduce música como sevillanas, rumbas y demás logrando con citar al pueblo cordobés que baila y se divierte visitando las diversas "cruces" instaladas en la ciudad.

Un total de cuarenta cruces son las que reciben autorización y son las que se presentan el concurso municipal. El horario de apertura de las mismas va desde las 21'00 horas del primer día de cruces (normalmente entre finales del mes de abril y los primeros días de mayo) hasta las 16 horas del 4 de Mayo. El horario de la música es de 12'00 a 17'00 horas y de 20'00 a 2'00 horas del día siguiente, aunque a partir de las 24.00 se reduce el volumen de las mismas. Una vez apagada la música hay un margen de 1 hora para el cierre definitivo

Las barras están asociadas o gestionadas normalmente por cofradías, asociaciones y demás peñas junto a grupos de vecinos que mediante la explotación de las mismas, suelen generar ingresos que les permiten la financiación de sus actividades.

Córdoba tierra judía de Álvaro Vizcaíno

La mezquita de Córdoba

Festival de Patios, Rejas y Balcones











La Posada del Potro

Cuentan que un posadero, en tiempos del Rey Pedro I, alojaba a los huéspedes importantes en una habitación de la posada del resto de habitaciones, con el pretexto de evitarles molestias. Pasando por Córdoba un capitán que se dirigía a Sevilla, se alojó en dicha posada. Cuando dicho capitán se retiraba para dormir, guiado por el posadero, una misteriosa dama, a quien apenas pudo ver, le aconsejó que no durmiera.

El militar permaneció despierto, meditando acerca del aviso de la bella joven que parecía hija del mesonero, aunque sus finos modales lo desmentían. La noche era fea, y el viento y el agua azotaban las ventanas hasta que lograron abrirlas; había truenos y relámpagos y la única luz que había se apagó. Le parecía ver mil fantasmas y oyó como si se abriera una puertecilla. Entonces se retiro a un rincón y sacó su espada. No oía nada, pero sus ojos se dirigían a todos los rincones por si la luz de los relámpagos lograba divisar algo. Por fin, bajo el lecho vio la figura del mesonero que asomaba por una trampa del suelo, observándolo y esperando para ver si estaba dormido.

Furioso, se arrojó por una ventana al corralillo. Allí, casualmente estaba la muchacha que le había advertido; le empujó fuera del mesón y le dijo que fuera a Sevilla y le contara al Rey lo que allí pasaba. A los cinco días fue recibido por Pedro I en el Alcázar y este le prometió averiguar lo que ocurría jurándole que, si descubría algún delito, el mesonero sería ejemplo para los de su clase. Cuando el Rey llegó al mesón, mandó recorrerlo todo ante el espanto del mesonero. Hallaron la trampa bajo el lecho en el que alojaban a los viajeros ricos y encontraron a la joven que pedía venganza. Desenterraron multitud de cadáveres y encontraron numerosas alhajas y ropas robadas a los desgraciados huéspedes. De uno de ellos era hija la desgraciada joven que se interesó por el capitán.

El Rey, actuando con gran furia, agarró al mesonero del cuello y lo hizo salir en mitad de la plaza. Ordenó a unos verdugos que le ataran las manos a la reja de la posada y amarraran dos potros a los pues del hombre. Después azotaron a los caballos para que galoparan y lo despedazaran. Un grito de horror surgió de la gente, pero el Rey amenazó con hacer lo mismo al que pronunciase una palabra.

Momentos después, los brazos del hombre colgaban de las rejas y los caballos arrastraban el cuerpo por las calles cercanas. Don Pedro entregó al capitán como esposa a la bella joven, con todas las riquezas que allí se encontraban y prometió al Corregidor que si tenía que volver por allí para administrar justicia, la haría a él lo mismo que mandó hacer con el mesonero.

El Festival de Patios, Rejas y Balcones

sábado, 6 de febrero de 2010

Cuando va llegando la primavera, los primeros en sentirla son los patios cordobeses. Desde el 7 de abril y hasta el 14 de junio, los patios son abiertos al público en una cita obligada con la tradición y el estallido de colores.

El festival de los patios cordobeses, se celebra d
esde el año 1964; el motivo de esta celebración no fue otro, que el de evitar la desaparición de los patios existentes creando un concurso que estimulara a sus dueños a mantener el patio en todo su esplendor.

Son patios sencillos, generalmente compartidos por varios vecinos y ubicados en los bar
rios más antiguos de la ciudad, San Agustín, Santa Marina, San Lorenzo y San Basilio.Esta es una tradición única en el mundo, aunque, por desgracia, muy difícil de conservar. Se basa en las características de la forma de vida cordobesa, en casas con patios y balcones ajardinados, en los que el elemento decorativo son las flores.Alrededor de cuarenta patios abren sus puertas al visitante, que, provisto de un listado que se facilita en las oficinas de turismo, hoteles y en los propios patios, averigua cuáles están abiertos y el lugar donde se ubican.

Recorrer los patios du
rante el día, y disfrutarlos a la caída de la tarde, entre el olor al jazmín y al azahar de los naranjos, la música flamenca y la conversación de los amigos es una experiencia única. Los barrios de la Axerquía, San Agustín y San Basilio cuentan con patios afamados, que los cordobeses vuelven a visitar año tras año, pues tanta belleza no es cosa que se consiga en un día. En las zonas más animadas, especialmente de San Basilio -el barrio del Alcázar Viejo- se permite la instalación de bares y música.Si os interesa visitarlos, podeis hacerlo los días en que se realiza el concurso popular de patios ( 7 al 18 de mayo ) fecha en la que la entrada es gratuita.

Córdoba Romana

La actual ciudad de Córdoba fue fundada por el general romano Marco Claudio Marcelo en el año 171 antes de J.C. y mantuvo el mismo nombre de Corduba o "altozano junto al río" de un poblado turdetano surgido a finales del segundo milenio y cuyos habitantes vivían de la agricultura, la ganadería y el comercio de la importación de cerámica y la distribución de cobre procedente de Sierra Morena. Los habitantes de este poblado prerromano se incorporaron a la nueva ciudad que no tardó en convertirse en la capital oficiosa de la provincia romana Hispania Ulterior.

A partir del año 49 a. de J.C. Corduba se vio envuelta en la guerra que enfrentó a Julio César y Pompeyo hasta que la batalla de Munda en el año 45 dio el triunfo a César, que ocupó la ciudad tras un duro asedio.

La reconstrucción de la ciudad dio paso a una etapa de esplendor bajo época imperial, de tal forma que entre los siglos I y IV d. de C. se convirtió en la sede del procónsul y de la la asamblea provincial.

En esta época imperial la ciudad de Corduba estaba rodeada por un recinto amurallado, reforzado con torres de vigilancia y en el que se abrían las puertas que comunicaban con el exterior las calles principales. Como cualquier otra urbe la ciudad tenía dos foros, el colonial y el provincial, y grandes edificios públicos. como templos, circo, teatro, anfiteatro, acueductos, termas, grandes necrópolis y lujosas villas. A este periodo corresponden el desarrollo urbanístico y monumental que testimonian los numerosos hallazgos arqueológicos.

Corduba dio al Imperio Romano grandes hombres, como la familia de los Anneos, en la que destacaron Lucio Anneo Séneca, filósofo y preceptor del emperador Nerón, y su so
brino Marco Anneo Lucano, poeta que relató las luchas entre César y Pompeyo en su famoso poema La Farsalia.

A finales del S. III y comienzos del S. IV comienza la última etapa de dominación romana, coincidiendo con la expansión del cristianismo, muy perseguido por Dioclesiano y dejando múltiples mártires entre ellos los cordobeses Acisclo y Victoria.

Un cordobés, el obispo Osio, consejero de Constantino - el emperador que decretó la libertad de culto en favor del cristianismo- presidió en el año 325 el Concilio de Nicea en el que intervino en la redacción del Credo.

El traslado de la capital a Hispalis (Sevilla) y la invasión de los bárbaros a partir del siglo V, traen a Corduba malos tiempos después de tanto esplendor.

En el año 550 la vieja Colonia Patricia quedó muy destrozada por el saqueo de Agila, pero los imperiales dominaron hasta la conquista visigoda en el año 572 por Leovigildo. Una guerra civil de éste con su hijo Hermenegildo arruinó y destrozó aún mas Corduba.

La Cruz del Rastro.

Cuentan que Córdoba en el año 1473, se debatía en guerras civiles entre los distintos bandos de la nobleza; o entre algunos de éstos y el propio poder real; y el odio a los judíos iba creciendo, preparando el camino de la expulsión definitiva en 1492 se había fundado poco antes, en el franciscano convento de San Pedro el Real-hoy Parroquia de San Francisco-la Hermandad de la Caridad, que sólo aceptaba cristianos viejos, por lo que era muy importante para todos los cristianos. En 1473, celebraba esta hermandad una procesión, y al llegar a la Herrería-nombre que recibía uno de los tramos de la calle Cardenal González, hoy conocida como Corregidor Luis de la Cerda-, una niña dejó caer desde la ventana de la casa de un converso (judío que se convertía en cristiano), un lebrillo lleno de aguas residuales sobre una enjoyada imagen de la Virgen. Aunque arrojar a la vía pública los desperdicios era una práctica muy habitual en la Córdoba de entonces, no se investigo si el hecho había sido accidental o intencionado, pero bastó para que los cristianos viejos lo convirtieran en una declaración de guerra contra los hebreos que, en buen número, todavía habitaban la ciudad. Dirigió la revuelta un fanático herrero del barrio de San Lorenzo, y tras varios días de pillaje, saqueos y asesinatos, el alcalde mayor se dirigió con algunas de sus fuerzas acabando con los sublevados, que se habían hecho fuertes en varias zonas de la ciudad y, que sobre todo, en el Rastro. Para recordar a todos los que perdieron su vida en ese lugar, se colocó la Cruz del Rastro.

El Campo de la Verdad

En el origen de este nombre hay una leyenda con cierta base histórica. Corría el año 1368, y Córdoba-cristiana desde 132 años antes-estaba sitiada por las fuerzas de Pedro el Cruel, aliado por conveniencia con el rey moro de Granada.

La ciudad había tomado partido por Enrique, el hermano del rey Pedro, y este se disponía a castigarla; los ejércitos castellano y granadino habían acampado en la cuesta de Los Visos, desde donde se domina una amplia panorámica de Córdoba y una avanzada del rey moro había logrado cruzar el río y tomar el Alcázar.

Los cordobeses encomendaron la defensa de la ciudad a Alonso de Córdoba, y lograron expulsar del Alcázar a los soldados granadinos. Ya se disponían a presentar batalla al rey cuando, al pasar por la calle hoy llamada Torrijos, la madre de Alonso de Córdoba le dijo que circulaban rumores de que se pensaba entregar la ciudad al rey llamado el Cruel.


El valiente caballero, señalando el campo situado tras la torre de la Calahorra, respondió: “Ahí tenemos el campo donde se verá la verdad”. Seguidos por multitud de ciudadanos, Alonso de Córdoba logró ahuyentar el peligro y corroboró su lealtad al rey Enrique III.

Leyenda de la Virgen “Nuestra Señora de la Fuensanta”

En la primera mitad del siglo XV, vivía en el barrio de San Lorenzo un infeliz cargador llamado Gonzalo. Su jornal escaso no le bastaba para mantener a su mujer, paralítica, y a su hija que estaba demente. El hombre salió un día, desesperado y sin rumbo exacto, por la puerta de Baeza hacia el arroyo de las Piedras, que es el de la Fuensanta, hacia un lugar que aún se llama de Las Moras. Iba ensimismado cuando se le acercaron dos hermosas muchachas y un gallardo joven. La primera de las muchachas le dirigió unas palabras en tono cariñoso: “Toma un vaso de agua de aquella fuente, y con devoción, dáselo a tu mujer e hija y tendrán salud”.

Aquel desgraciado se quedó perplejo, pensando quienes serían estas personas. Le sacó de duda el joven cuando dijo: “haz lo que te manda la madre de Jesucristo, que mi hermana Victoria y yo, como patronas de esta ciudad, lo hemos alcanzado de la Virgen Santísima”. Lleno de satisfacción, volvió la vista hacia el lugar señalado, donde efectivamente corría el agua entre las descubiertas raíces de un árbol; corrió a una alfarería cercana, compró un jarro y lo llenó con devoción de la salutífera agua. Lo llevo a su casa y dándolo a su mujer e hija con gran fe, logró verlas libres de sus enfermedades, que hasta ese momento parecían incurables.

La noticia circulo por toda la ciudad y los enfermos corrieron a beber del agua de dicha fuente, siendo testigos de nuevas curaciones y de la virtud de sus aguas. Veinte años más tarde, un ermitaño que se encontraba enfermo decidió beber aquellas aguas saludables y encontró salud. Lleno de agradecimiento y fe, pedía a Dios y a la Virgen en sus oraciones que aclararan aquel misterio, cuando una noche, la del 8 de septiembre, oyó una voz, revelándose que en el tronco de aquel árbol se encerraba la imagen de una Virgen, escondida ahí desde las persecuciones de los cristianos. Al día siguiente, acudió el obispo a cortar el árbol y se halló tan estimable objeto. Todo el vecindario de Córdoba, junto con las autoridades y el clero, acudió al lugar y formó una procesión en la que con gran alegría llevaron la imagen al sagrario antiguo de la Catedral.

Otros muchos milagros ocurrieron desde entonces, en los cuales las personas devotas encontraban salud. Por ello se construyó una iglesia en el lugar donde ocurrieron los milagros, lugar donde también está el pozo. Ha sido reconstruida varias veces debido a las inundaciones que sufría aquel terreno al estar tan bajo. Otro milagro del que aún tenemos restos es el del caimán. Este animal, hoy disecado y expuesto en la entrada de la actual iglesia, fue traído de América, aunque el pueblo afirma que lo mató en el arroyo cercano un sentenciado a muerte, al que le perdonarían la vida, si acababa con este animal, que atemorizaba a todos los cordobeses.

El día 8 de septiembre, día en que se le reveló a aquel ermitaño el milagro y acontecieron otros milagros en años posteriores, es el día en el que se celebra la fiesta en honor de esta venerada imagen, incluyendo también en los días próximos la celebración de una velada que antaño servía para vender ganado. Cada 8 de septiembre, en la iglesia de “Nuestra Señora de la Fuensanta”, que es como se llama la iglesia, se saca agua del mencionado pozo que contiene las aguas salutíferas y se da a los ciudadanos cordobeses, que se agrupan en grandes masas, para tomar estas aguas que la leyenda cuenta que son curativas.


Intrducción

Córdoba es una ciudad de Andalucía, España, capital de la provincia homónima, situada en una depresión a orillas del Guadalquivir y al pie de Sierra Morena.

Es la tercera ciudad de Andalucía tanto por tamaño como por población, solo por detrás de Sevilla Málaga. Hoy es una ciudad de moderado tamaño, sin embargo, el casco antiguo contiene elementos arquitectónicos de cuando Córdoba fue la capital de la Hispania Ulterior en tiempos de la Reública, o de la provincia Bética durante el Imperio romano y del Califato de Córdoba durante la etapa musulmana, que gobernó gran parte de la península Ibérica. Según los testimonios arqueológicos parece ser que la ciudad llegó a contar con alrededor de medio millón de habitantes allá por el siglo X, siendo la ciudad más grande, culta y opulenta de todo el mundo. Si bien los cronistas del siglo X, de forma exagerada llegaron a decir que la ciudad contaba con alrededor de un millón de habitantes. y

Las mezquitas, las bibliotecas, los baños y los zocos, abundaron en la ciudad, gestándose las bases del Renacimiento europeo. Durante la larga Edad Media europea, en "Corduba" afloraron las letras y las ciencias, contando la ciudad con multitud de fuentes , alcantarillado e iluminación públicas durante la época de mayor esplendor califal.

Su casco histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1984. Es candidata a la capitalidad cultural europea para el año 2016.

Córdoba ha sido el lugar de nacimientos de tres grandes filósofos: el estoico romano Séneca, el musulmán Averroes y el judío Maimónides. También nacieron en Córdoba los poetas Lucano, Juan de Mena y Luis de Góngora.